L’Ametlla de Mar es conocida, sobre todo, por su dedicación a la actividad pesquera. Y es que desde los inicios del siglo XIX la pesca es el principal motor de la economía de este poblado del sud de Cataluña cuya zona es conocida como Terres de l’Ebre. 

Sus casas blancas, las cortinas de puertas y ventanas realizadas con red de pescar, los barcos en el horizonte, la lonja hirviendo de gente para hacerse con el mejor género y venderlo después en las pescaderías de las cuatro comarcas ebrenses,… Todos estos elementos han ido cuajando en el imaginario de “La Cala”, nombre con que sus habitantes conocen l’Ametlla de Mar. 

Tanto los vecinos de los pueblos del alrededor como los turistas que, desde 1970, visitan asiduamente la localidad costera esperan ver su esencia desplegada. Desean ver barcos a punto de zarpar, pescadores preparando redes y compradores de pez en la lonja mediante subasta, del mismo modo que aquellos que visitan Nueva York esperarían ver aquellos edificios emblemáticos que habrían podido disfrutar a través de las películas de Hollywood. 

Y es que la calidad y variedad de peces y mariscos de l’Ametlla son muy preciados en todo el litoral catalán, sobre todo en cuanto al sector gastronómico se refiere. 

Merluza, dorada, muelle, lubina, lenguado, sardina, galera, cigala, langostino,… y atún azul aportan a los comensales el auténtico sabor del Mediterráneo. 

Los turistas, desde hace unos cuántos años, también pueden disfrutar de la experiencia de la pesca de arrastre, la pesca de calamar o atún azul así como otras modalidades que le permitirán ponerse en la piel de los “lobos de mar” que se han convertido a lo largo de los últimos dos siglos en todo un referente de l’Ametlla de Mar.